Decisiones en la vida: ¿Quién elige?
¿Un niño elige? ¿Un niño es responsable de lo que elige?
Comienzo planteando la pregunta por los niños, ya que es una época, donde se los ubica como protagonistas de decisiones, que nuestros padres probablemente ni siquiera hubiesen imaginado discutir.
Estos cambios, los leo, como un efecto del discurso postmoderno, ya que no solo afecta la relación padres-hijo, sino también las instituciones como ser la escolar, la jurídica. Por ejemplo, hace algunos años trascendió un caso llamado Lulu, el primer caso que se judicializo en Argentina, de un niño de 5 años que eligió cambiar de género, con el consentimiento de los adultos que lo cuidaban. Este caso tuvo, no solamente efectos en el ámbito subjetivo-familiar, sino también en el jurídico y social, sentando precedentes.
¿Un niño puede elegir?
FREUD, en su época, fue acusado de atentar contra la supuesta inocencia del niño o la niñez, cuando plantea la sexualidad infantil, distinta de la genitalidad.
Voy a responder a esta problemática, con su ayuda: plantea que la elección de objeto amor, como la posición sexuada, el encuentro de un goce, se dan en dos tiempos.
- primer tiempo: se produce en la primera infancia (hasta los 5-6 años)
- segundo tiempo: en la pubertad y la adolescencia, a esto se lo denomina proceso de resignificación, es decir, que la elección hecha en primera instancia se subjetiva, se le otorgar un nuevo valor.
Si me oriento por lo dicho, el niño no podría elegir desde esta perspectiva, así como tampoco, hacerse responsable de sus decisiones.
Lacan, sostenía que de lo único que somos responsables (cuando podemos responder a nuestros actos) es de la interpretación que realizamos de los hechos sucedido en nuestras vidas, mas allá que podamos dar cuenta de ellas o no.
Es decir, la naturaleza de las elecciones en la vida, son paradójicas, ya que en principio se realizan con una parte de uno, que uno no tiene registro evidente que exista; tanto en el amor, como en el goce del cuerpo, en la maternidad-paternidad, en la vocación, en la posición frente a la vida.
Si aceptamos esta propuesta: ¿Somos realmente libres?
Para el psicoanálisis, la libertad es una idea, que en general tiene y sostiene la neurosis.
Para el neurótico, la esclavitud fue abolida hace años, así como también la servidumbre. Sin embargo, lo que está en el germen de la sociedad actual es la servidumbre generalizada.
Los psicoanalistas no le creemos demasiado al discurso de la libertad, que claramente se opone a la dimensión del acto. Una cosa es pensar, reflexionar, hablar de la libertad, otro es ejercerla, no son compatibles.
El camino de un análisis se dirige hacia lo que a uno “lo determina”, lo que a uno “lo sujeta”, hacia la sujeción, hacia las diferentes determinaciones que hacen que tendamos a elegir determinados caminos de los cuales, a veces, no queremos transitar y advertimos que más allá de lo que uno haga: “todos los caminos nos conducen a Roma”. Por ejemplo: en el caso de una paciente que no sabía que elegia “no elegir”, u otro caso que solo podía elegía mujeres de las cuales no debería enamorarse, pero…
En un tratamiento, no solo nos dirigimos hacia los significantes amos que determinan nuestras elecciones, ya que, si solo podemos ubicar esto, nos enviaría a un callejón sin salida, llamado resignación.
Un análisis debería precisar los márgenes de libertad de un sujeto. Entonces, tendría una orientación que va desde lo que se repite en uno, hacia la contingencia.
Para poder abrir este espacio hacia una nueva elección; estar advertidos de nuestras determinaciones, en principio, nos pondría en condiciones para realizar el acto, sea que vaya en dirección a lo que uno tiende o hacia la fundación de lo nuevo.