Para vivir una vida plena, es condición necesaria ponerse metas y proyectos, con la esperanza de que cuando uno logre lo que sea que uno desee, va a obtener la felicidad. Este, no es un pensamiento inocente, tiene efectos negativos en muchas personas. Es habitual en esta época leer y/o escuchar este tipo de afirmación.
Para el psicoanálisis, nada más lejano de obtener la felicidad a partir de la decisión consciente o voluntaria de colocarse adelante una zanahoria. Justamente esto nos pone en una encerrona que solo garantiza alcanzar una sola meta “la insatisfacción”; es decir, si logro eso que deseaba, nunca coincide totalmente con las expectativas; así como también sino lo logro, parcial o totalmente. Eso que deseo no es la fuente de la felicidad.
Otro condimento esencial es la esperanza; en que ocurra algo que no está ocurriendo y cuando ocurre no es como lo esperábamos. Hay personas que sufren de adicción a la esperanza. Se la pasan pensando en lo que no alcanzan. Cuestionan lo que tienen hoy y lo que esperan del mañana. Por ejemplo: una persona que persiguió toda su vida la realización de un proyecto laboral y cuando lo consigue, no está satisfecho con lo que obtuvo y comienza a tener muchísima angustia, o como se lo llama hoy en día, ataque de pánico.
¿Cómo explicar esto?
Es la relación que lo humano tiene con lo que llamamos desear.
Cabe aclarar que para el psicoanálisis el deseo siempre es inconsciente.
¿Qué significa esta afirmación?
El deseo es distinto al anhelo, el deseo no puede nombrarse con palabras y no puede atraparse del todo, condición para seguir deseando, solo no se desea más, cuando se está muerto. Pero con un recorrido analítico se puede precisar.
Existen dos mundos en cada ser humano:
- El de la pasión, la pulsión, lo inconsciente, es decir, el más allá de nuestras metas, proyecto y esperanzas.
- El mundo de la conciencia que va de la mano el sentir. La conciencia de nosotros mismos. Los ideales, las metas, la voluntad y la razón.
El psicoanálisis se dirige en dirección contraria a la formulación:“todo tiene una razón”. Va más allá de la razón.
Ser una persona muy racional tiene un costo. Son sujetos que tienen una relación lejana, lábil con el deseo y las pasiones. El pensamiento mata al deseo.
La zanahoria voluntaria o consciente siempre va a fallar, la cuestión está en la relación que el sujeto tiene con sus zanahoria.
Lo esencial es invisible a los ojos… El psicoanálisis es un antídoto de la razón; para una transformación profunda del ser.
Lic. Homero Arnold